En las industrias alimentaria y farmacéutica:
Los probióticos se asimilan fácilmente a las condiciones en las que se encuentran. En el cuerpo, colonizan fácilmente en el tracto digestivo, mejorando el funcionamiento de la mucosa del sistema digestivo. No producen toxinas y son resistentes a las condiciones del estómago (pH bajo). Apoyan el sistema inmunológico, la digestión, el tratamiento de cólicos, nefrolitiasis, resultarán útiles en el tratamiento de enfermedades hepáticas y síndrome del intestino irritable. Se ha demostrado que combate la bacteria Helicobacter pylori, que causa úlceras de estómago.
En la industria cosmética:
El uso de cosméticos con cepas bacterianas complementará nuestra microflora y brindará beneficios a la piel. Los probióticos protegen la piel contra la acción de bacterias no deseadas y factores externos, creando una «protección activa».
En cosmética, se utilizarán para tratar la inflamación, reconstruir la barrera protectora, acelerar la cicatrización de heridas, hidratar, suavizar y regenerar la piel. Funcionarán bien en productos anti-envejecimiento, suavizarán las arrugas. Los probióticos acelerarán la curación de la piel irritada, apoyarán la regeneración de la epidermis y el tratamiento de las lesiones del acné. Se pueden utilizar en preparaciones para todo tipo de pieles: secas, sensibles, con inflamación visible, pieles maduras, con imperfecciones.