Este aromatizante suele presentarse en forma líquida sobre un soporte de glicol y puede utilizarse tanto en la industria alimentaria como en la cosmética. En aplicaciones alimentarias, encuentra su lugar, por ejemplo, en la producción de refrescos de malta, dulces con notas inusuales de cerveza, así como en aperitivos y platos instantáneos, a los que confiere un sabor original y seco.
En la industria cosmética, se utiliza como una interesante fragancia añadida en las líneas de productos masculinos -geles de ducha, champús o lociones-, donde crea asociaciones con la naturalidad, la artesanía y la frescura.
El aroma de cerveza es resistente a las altas temperaturas y, por tanto, puede utilizarse en procesos que requieran tratamiento térmico. Destaca por su buena estabilidad y excelente representación de los acentos típicos de la cerveza, sin alcohol y sin fermentación. También puede utilizarse en productos dirigidos a veganos y a quienes evitan el alcohol, donde sólo tiene una función de aroma y sabor.